martes, 28 de octubre de 2014

CRÓNICA ACCIÓN “SOMOS REALES” MARCHAS DE LA DIGNIDAD (ASTURIAS, 23-25 DE OCTUBRE

Casi mil kms de distancia separan Cádiz de Oviedo en ruta. 25 horas y media de desplazamiento, más de un día completo de vida,  empleadas en llegar y regresar. Cada vez vamos más lejos. Cada día estamos más cerca de ser capaces de llegar. La próxima tal vez sea Berlín, o Bruselas quizás, pero un día vamos a llegar. Esta vez ha sido Oviedo,  Vetusta, la ciudad de La Regenta de Clarín. Vetusta, la anticuada, la vieja, como la trasnochada institución de la monarquía contra la que hemos protestado en sus calles estos días. Fue a finales de junio, en la Asamblea estatal del 22M celebrada en Mérida, cuando se propuso abrir la tradicional protesta que celebran los colectivos antimonárquicos asturianos al movimiento, diseñándose una movilización en cinco columnas que caminasen hasta la capital asturiana bajo el lema que se impuso en marzo “No al pago de la deuda. Fuera los Gobiernos de la Troika. Pan, techo y trabajo para todos y todas”. En Asturias  se respetó entero, a diferencia de otras ocasiones en las que nuestro lema ha sufrido también los recortes de quienes no se atreven a afrontar la verdadera causa de esta crisis estafa que vivimos.
Desde Andalucía partieron cinco autobuses, de las provincias de Cádiz, Sevilla, Granada y Córdoba. Algunos más lo hicieron desde Valencia, el País Vasco, Aragón,  Cataluña y Galicia. Este último fue retenido por la guardia civil durante más de dos horas, hasta que todos los pasajeros fueron identificados uno a uno. Cádiz y Sevilla compartimos sede y fuimos cabecera de la columna de la cuenca minera que partía desde Langreo y la Felguera. En el pabellón donde dormimos fuimos recibidos con el estallido de ensordecedores petardos, símil de la dinamita minera, y dulces sonidos de gaitas para amortiguar el agotamiento del duro viaje. Antes estuvimos en el Pabellón donde celebraron la mesa redonda en la que intervinieron, entre otros, Sabino Cuadra y Juan Carlos Monedero. Diego Cañamero cerró el acto encendiendo, una vez más, la ilusión de un público que se siente parte de su sueño. Voluntari@s que llevan meses trabajando nos ofrecieron bocadillos, fruta y un caldo calentito que nos supo a gloria bendita, tras haber pasado catorce horas y media metidos en un autobús, preguntándonos a ratos si no estaríamos locos al cruzar todo el Estado para realizar esta acción. Pero solo la entrada a Oviedo, divisando en un día transparente, soleado y nítido la belleza de las cumbres y paisajes verdes, coloreados a manchas por la luz del otoño, nos hacía respondernos que realmente merecía la pena luchar contra el continuismo de una realeza que apenas tuvo distancia con el anterior régimen, dictatorial y franquista, que mantuvo instituciones y aparatos del Estado ocultos bajo una falsa Transición que no fue sino una traición concertada a la clase trabajadora, para desmovilizarla y aniquilar su poder. Y sus demoledores efectos pudimos contemplarlos al día siguiente allí mismo, en nuestra columna, que debió mezclar nuestro ondular verde y blanco con el amarillo y azul de las banderas asturianas, al compartir protagonismo con los mineros de la zona. Pero estos no llegaron, apenas una decena, que repetían entristecidos que las onerosas prejubilaciones orquestadas por los sindicatos en el valle han comprado las conciencias de los mineros para permitir que cierren los pozos, tras traer a checos y polacos para abaratar los salarios. Curiosamente, aunque esas minas permanecen repletas de carbón, apenas tienen ya empleo, mientras que en Alemania se empiezan a abrir nuevas minas carboníferas. Nuestro caminar se hizo tedioso, al escondernos de los ojos de la gente, a pesar de atravesar un hermoso bosque de castaños que nos ofrecía una alfombra con sus frutos. La llegada a Oviedo y la unión con las otras columnas y, sobre todo, la manifestación de la tarde, ya fue otro cantar. Varios miles de personas, bajo un único clamor defensor de una tercera república, se colocaron a escasos metros del Teatro Campoamor, desde la Plaza de la Escandalera, ante la amenazante mirada de la policía antidisturbios que rodeaba toda la plaza y calles adyacentes. Y desafiando al miedo y la tensión generada, con las sombras del acorralamiento del 22M en Madrid planeando en nuestras mentes, no cesamos de gritar, silbar e increpar a los políticos y personalidades invitados a la ceremonia de los premios, que atravesaban rápidos y avergonzados los metros de calle que les separaban del Teatro. Jamás se vieron en otra igual, por mucho que los medios de comunicación nos hayan invisibilizado y silenciado, ellos sí que pudieron oírnos, como también lo hicieron los nuevos reyes, a pesar de que desplegaron justo delante de donde nos situábamos al ejército de gaiteros para acallar nuestras voces. Pero nuestras voces eran potentes, mucho más ensordecedoras, y todos ellos se llevaron su buena ración de abucheos, silbidos y críticas, conscientes de que éramos la avanzadilla de un ejército poderoso que aguarda en la retaguardia. La dureza del viaje mereció la pena. Toda la columna Cádiz se fusionó en  una sola voz para saborear la dulzura de la gente de las corralas de Sanlúcar de Barrameda, que gritaban consignas sin cesar,  crecidas aún más en su lucha por el derecho a una vivienda digna, o los miembros del colectivo de Desempleados de la Provincia de Cádiz, que desplegaban su dignidad y su enorme pancarta, avanzando entre la multitud. Y lo celebramos al final descorchando varias botellas de sidra que algún@s osaron  escanciar
El movimiento 22M recargó sus pilas ayer en Asturias, en la Vetusta, demostrando que sigue vivo a pesar del tsunami electoralista que vivimos en la izquierda, y continúa su avance hacia las próximas movilizaciones que se realizarán en todo el territorio a finales de noviembre. Y hacia ellas comenzamos a caminar.

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